miércoles, 3 de octubre de 2012

El fuego compacto



Hace dos años probé el cigarrillo. El humo, a pesar de ser reconfortante, se fue por el camino viejo, como dicen porai. Me ahogué. Pero como soy un ser humano y apelo al absurdo, no me rendí, seguí con mi terquedad y volví a reclamar el aliento que enciende el fuego del yesquero. Estabas a mi lado, te burlaste de mi torpeza y reclamabas quiescencia. No te iba a conceder un carajo. Lo volví a intentar y me ahogué; quizás repetí la acción tres o cuatro veces. 

Cuando era un niño, creía que “fuego lento” se refería a cigarro, yo vi en el cilindro la muerte de las llamas. Para mí tenía sentido. Cuando fumaba, me estaba tragando el fuego y tenía sentido. Yo exhalaba la muerte de una flama, una última voluntad expirada. No aguanté tus carcajadas y desistí de mi empeño. Ya la cabeza me dolía de tan solo pensar que quienes fuman asesinan, ex profeso, las pasiones.

Hoy me despedí de ti y me entraron unas ganas terribles de fumar.

0 comentarios:

Publicar un comentario

El fuego compacto

miércoles, 3 de octubre de 2012 ·



Hace dos años probé el cigarrillo. El humo, a pesar de ser reconfortante, se fue por el camino viejo, como dicen porai. Me ahogué. Pero como soy un ser humano y apelo al absurdo, no me rendí, seguí con mi terquedad y volví a reclamar el aliento que enciende el fuego del yesquero. Estabas a mi lado, te burlaste de mi torpeza y reclamabas quiescencia. No te iba a conceder un carajo. Lo volví a intentar y me ahogué; quizás repetí la acción tres o cuatro veces. 

Cuando era un niño, creía que “fuego lento” se refería a cigarro, yo vi en el cilindro la muerte de las llamas. Para mí tenía sentido. Cuando fumaba, me estaba tragando el fuego y tenía sentido. Yo exhalaba la muerte de una flama, una última voluntad expirada. No aguanté tus carcajadas y desistí de mi empeño. Ya la cabeza me dolía de tan solo pensar que quienes fuman asesinan, ex profeso, las pasiones.

Hoy me despedí de ti y me entraron unas ganas terribles de fumar.

0 comentarios: