lunes, 31 de enero de 2011

Hoy sale escribir que no sale nada

Tomó la pluma y apuñaló ferozmente la poesía abandonada, aquella hoja en blanco que nadie quiso convertir en literatura. Ella no vino a plasmarse, él tampoco tenía ganas de reinventarla y terminó siendo un convenio de ruptura. Tenía tantas cosas que decir y terminó comprendiendo que jamás pronunciaría lo que su corazón dictaba; no era una cuestión literaria, simplemente una epifanía científica. El cerebro procesaba el lenguaje y en asuntos del corazón, la cabeza nunca es bienvenida. Tragó aire y ahogó la media vuelta que tendía a dar, no miró de nuevo la hoja en blanco y cerró sus ojos para irse al supermercado o algún sitio que solicitara palabras, así sacándosela del alma por siempre.

Hoy sale escribir que no sale nada

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Tomó la pluma y apuñaló ferozmente la poesía abandonada, aquella hoja en blanco que nadie quiso convertir en literatura. Ella no vino a plasmarse, él tampoco tenía ganas de reinventarla y terminó siendo un convenio de ruptura. Tenía tantas cosas que decir y terminó comprendiendo que jamás pronunciaría lo que su corazón dictaba; no era una cuestión literaria, simplemente una epifanía científica. El cerebro procesaba el lenguaje y en asuntos del corazón, la cabeza nunca es bienvenida. Tragó aire y ahogó la media vuelta que tendía a dar, no miró de nuevo la hoja en blanco y cerró sus ojos para irse al supermercado o algún sitio que solicitara palabras, así sacándosela del alma por siempre.