Aquí una canción de Dany Rivera porque a mi mamá le gusta. Y porque también los hombres de rabia lloran. O por cualquier cosa. Todos lloramos. Spoiler.
martes, 29 de abril de 2014
Prohibido ser humano
Aquí una canción de Dany Rivera porque a mi mamá le gusta. Y porque también los hombres de rabia lloran. O por cualquier cosa. Todos lloramos. Spoiler.
jueves, 17 de abril de 2014
Mi carta de despedida para el Gabo - Salida del laberinto
domingo, 13 de abril de 2014
Nosotros (los hijos bastardos de Bolívar)
martes, 18 de febrero de 2014
Por una Venezuela sin autoflagelación
No obstante, nos hicieron apasionados. Esta carga histórica que nos hizo militantes de una causa, también nos dio la propiedad y el valor para amar. Es solo cuestión de comprender lo que significa amar a la patria, porque una nación somos todos. Una nación es la gente. ¿Qué es amar a la patria? Es amar al otro. Y entonces, quizás, si los venezolanos aprendemos a amarnos (tanto nosotros mismos como a nuestros conciudadanos) podremos finalmente tener una verdadera nación. Un país que no se autoflagele. Un solo amor que conquiste todas las cosas, una Venezuela que ostente su bandera para gritar libertad.
El día interminable
Desde que llegué, solo he sentido un profundo pesar por mi país. Primero, tuve que físicamente combatir gente por unos potes de leche. Hacer filas interminables y búsquedas exhaustivas. Tuve que conformarme con el hecho de que hay cosas que simplemente no voy a conseguir. Conformarme con que se vaya el agua. Conformarme con los apagones. Conformarme con la paranoia que siento cada vez que salgo a la calle y al volver antes de que se oculte el sol, aunque no haga mucha diferencia. Conformarme con ver militares en un supermercado, conformarme con ver militares en todos lados. Conformarme con que el dinero no valga nada. Conformarme con cada propaganda en las calles donde Chávez es el Libertador y la revolución de la miseria para todos se proclama eterna. Conformarme con el miedo. Conformarme con el discurso de odio y la división. Conformarme con la desesperación. Conformarme con la patria, aunque la muerte y el hambre no tengan color político.
No obstante, puedo afirmar que estamos cansados. Estamos hartos de conformarnos.
A los valientes que perdieron su vida para hacerse escuchar solo puedo decirles que lo siento. Pero entiendo que su último acto de valor fue conformarse con la muerte, con su sangre, para no ser olvidados por ninguno de nosotros. Lamento que hayan tenido que conformarse. Todos temblamos ante la visión de unas manos blancas teñidas de rojo.
Lamento todo. Me duelen y me duele la conformidad. Pero su voz resuena en los oídos de la resistencia, y aunque la esperanza se deforme con cada atentado contra nosotros, su voz perdurará. Cada fondo es más profundo y nos encontraremos a nosotros mismos. Pero los estamos esperando en la Venezuela que ustedes soñaron. Se la estamos prometiendo. Y serán libres.
Lo siento tanto.
viernes, 25 de octubre de 2013
Mi lucha contra el tiempo
ha caído
las horas renunciaron
y me quedé atascada
en este aliento
en estas náuseas
en el adiós que no tuvimos
y el saludo que se detuvo.
Te escribo porque los brazos del reloj
no me dan calor
Y el tiempo se tomó un día libre,
se olvidó que estamos presos
en él.
La frecuencia se fue
de vacaciones
y se llevó el patrón del encuentro,
nuestro encuentro.
Y ahora no soy rumor de multitudes
ni burlas entre luces
Solo espero por el tiempo.
sábado, 19 de octubre de 2013
Carta tardía en medio del desasosiego
Dejé de saber las cosas. Dejé de conocerlo todo, pues tiré todo y saqué todo de mí para andar únicamente con tu recuerdo. Debería ser ilegal caminar por este planeta con tanta certeza, aun dentro de todo lo indefinido e indefinible. Ya no hay incertidumbre recorriendo mi espina dorsal. Ya no me abruma el escalofrío que antecede al miedo. Ahora sé que estás, sé que existes; aunque ya no estén tus manos, ni tus besos, ni tus caricias. Pero estás. Estuviste. Estuvimos. Y estoy. Por primera vez, soy un náufrago que sabe que solo es cuestión de tiempo hasta encontrar tierra. Y esa es la mayor diferencia entre quienes están perdidos y quienes solo están viviendo una aventura.
Prohibido ser humano
Aquí una canción de Dany Rivera porque a mi mamá le gusta. Y porque también los hombres de rabia lloran. O por cualquier cosa. Todos lloramos. Spoiler.
Mi carta de despedida para el Gabo - Salida del laberinto
Nosotros (los hijos bastardos de Bolívar)
Por una Venezuela sin autoflagelación
Todo este rollo psicológico es muy duro. Latinoamérica es "un pueblo sin piernas pero que camina" y el militarismo nos ha jodido incontables veces, porque nos ha enseñado a amar una raíz más que al árbol completo. La desigualdad genera odio, y los dirigentes no hacen más que cultivarlo para poder tener electores en papel. Pero nuestras vidas no son solo lo que cupo en el obituario del periódico. Somos más que un número atrapado dentro una caja. Y nos quisieron vender que el "calor latinoamericano" debe justificar el masoquismo y el sufrimiento que conlleva. Nos han hecho odiarnos y dividirnos, hasta convertir en ídolos las distintas personalidades; la bala es solo consecuencia del desprecio que nos han infundido. Nos han enseñado a repudiar la riqueza del otro cuando la vemos, en vez de verla para asegurarnos de que es suficiente.
No obstante, nos hicieron apasionados. Esta carga histórica que nos hizo militantes de una causa, también nos dio la propiedad y el valor para amar. Es solo cuestión de comprender lo que significa amar a la patria, porque una nación somos todos. Una nación es la gente. ¿Qué es amar a la patria? Es amar al otro. Y entonces, quizás, si los venezolanos aprendemos a amarnos (tanto nosotros mismos como a nuestros conciudadanos) podremos finalmente tener una verdadera nación. Un país que no se autoflagele. Un solo amor que conquiste todas las cosas, una Venezuela que ostente su bandera para gritar libertad.
El día interminable
Valencia, 12 de febrero del 2014
Desde que llegué, solo he sentido un profundo pesar por mi país. Primero, tuve que físicamente combatir gente por unos potes de leche. Hacer filas interminables y búsquedas exhaustivas. Tuve que conformarme con el hecho de que hay cosas que simplemente no voy a conseguir. Conformarme con que se vaya el agua. Conformarme con los apagones. Conformarme con la paranoia que siento cada vez que salgo a la calle y al volver antes de que se oculte el sol, aunque no haga mucha diferencia. Conformarme con ver militares en un supermercado, conformarme con ver militares en todos lados. Conformarme con que el dinero no valga nada. Conformarme con cada propaganda en las calles donde Chávez es el Libertador y la revolución de la miseria para todos se proclama eterna. Conformarme con el miedo. Conformarme con el discurso de odio y la división. Conformarme con la desesperación. Conformarme con la patria, aunque la muerte y el hambre no tengan color político.
No obstante, puedo afirmar que estamos cansados. Estamos hartos de conformarnos.
A los valientes que perdieron su vida para hacerse escuchar solo puedo decirles que lo siento. Pero entiendo que su último acto de valor fue conformarse con la muerte, con su sangre, para no ser olvidados por ninguno de nosotros. Lamento que hayan tenido que conformarse. Todos temblamos ante la visión de unas manos blancas teñidas de rojo.
Lamento todo. Me duelen y me duele la conformidad. Pero su voz resuena en los oídos de la resistencia, y aunque la esperanza se deforme con cada atentado contra nosotros, su voz perdurará. Cada fondo es más profundo y nos encontraremos a nosotros mismos. Pero los estamos esperando en la Venezuela que ustedes soñaron. Se la estamos prometiendo. Y serán libres.
Lo siento tanto.
Mi lucha contra el tiempo
Te escribo porque el tiempo
ha caído
las horas renunciaron
y me quedé atascada
en este aliento
en estas náuseas
en el adiós que no tuvimos
y el saludo que se detuvo.
Te escribo porque los brazos del reloj
no me dan calor
Y el tiempo se tomó un día libre,
se olvidó que estamos presos
en él.
La frecuencia se fue
de vacaciones
y se llevó el patrón del encuentro,
nuestro encuentro.
Y ahora no soy rumor de multitudes
ni burlas entre luces
Solo espero por el tiempo.
Carta tardía en medio del desasosiego
Necesito desahogarme, lo cual inevitablemente es un atajo para
ahogarme. Patalear desesperadamente en el océano no te saca de la
tempestad. Escribo porque no sé cómo caminar ahora. Olvidé qué incita
mis pasos. No sé cómo avanzar sin extender una mano hacia atrás para que
me alcances, ni seguirte si no estás guiándome. A veces me cuesta
batallar contra la circunstancia, los husos horarios, el verano que
derrite los huesos de tus caderas y la tinta que no se desliza tan
fácilmente sobre el papel. No sé cepillarme los dientes sin la sorpresa
del agua tibia, no sé cómo dejar de buscarte en el vapor. No he querido
lavar mi cabello, las hebras buscarían enredarse entre tus dedos para
aferrarse al recuerdo de la última lavada por tus manos.
Dejé de saber las cosas. Dejé de conocerlo todo, pues tiré todo y
saqué todo de mí para andar únicamente con tu recuerdo. Debería ser
ilegal caminar por este planeta con tanta certeza, aun dentro de todo lo
indefinido e indefinible. Ya no hay incertidumbre recorriendo mi espina
dorsal. Ya no me abruma el escalofrío que antecede al miedo. Ahora sé
que estás, sé que existes; aunque ya no estén tus manos, ni tus besos,
ni tus caricias. Pero estás. Estuviste. Estuvimos. Y estoy. Por primera
vez, soy un náufrago que sabe que solo es cuestión de tiempo hasta
encontrar tierra. Y esa es la mayor diferencia entre quienes están
perdidos y quienes solo están viviendo una aventura.